Nos esse quasi nanos, gigantium humeris insidentes, ut possimus plura eis et remotiora videre, non utique proprii visus acumine, aut eminentia corporis, sed quia in altum subvenimur et extollimur magnitudine gigantea.
(Bernardus Carnotensis)

miércoles, 17 de noviembre de 2010

FONS MERCATORUM

La gente que ha tenido la suerte de poder vivir en una gran urbe y poderla comparar con una ciudad de provincias estará de acuerdo conmigo en que el tiempo en el segundo caso transcurre a un ritmo distinto. Así, aunque por el cambio horario sean cortos de luz, los días parecen cundir más; y sin prisas. Hoy ha sido así. Sin necesidad de madrugar mucho, me he plantado temprano en la biblioteca y me he pasado la mañana ante mi -ya- íntima amiga la máquina de microfilm; o como la llamo en la intimidad, la Canon MS 350.
Pero la mañana no ha acabado allí, porque como he dejado el carrete temblando dirigí mis pasos hacia el centro. Así fui a mi lonja personal, a la pescadería de doña Milagros, sita en el grandioso mercado de El Fontán. De acero y cristal, como hoy amenazaba lluvia y era avanzada la mañana, había poca gente y he podido sin problemas adquirir variado género piscícola:truchas, bocartes, bacaladas, lubina, maragota, merluza, chicharro... (no es por poner los dientes largos al CdR y la silente Penélope, que ya encontraron una rula chicagoan).
Para los aún ajenos (y no tan ajenos) a estos lares El Fontán es en realidad toda una zona de la Corte. Un barrio que te transporta fácilmente lo mismo a tiempos medievales que renacentistas que decimonónicos o de principios del XX. Es uno de esos lugares en que el tiempo parece detenerse y permite a uno querer tomarse la vida con más calma. Tiene ese aire entre melancólico y romántico de ciudad provinciana que da gusto contemplar un rato. De hecho, lo que en principio fue una laguna en la que se reunían los primeros mercaderes carbayones sigue siendo hoy el mejor mercado de la ciudad con algún que otro chigre donde hacer un alto cuando se es más que uno y no se va cargado.
Y, como todo día que se visita El Fontán y ya se está convirtiendo en tradición... ¡cena de hígado con cebolla (que no propiamente encebollado)!

5 comentarios:

  1. ¡Buenas! Espero que haya usted disfrutado de el higado y de la cebolla por separado. ¡Que aproveche!
    Por aqui llevo una vida normal. De examenes en examenes puesto que estamos de examenes de evaluacion. Y estudiando filosofia, que creo que se me empieza a dar bien y todo.
    A ver si aparezco pronto por esas tierras.

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  2. Y ¿qué ha sido de los "mirlotos"? pronto los buscaremos juntos y nos pasearemos por mi viejos recuerdos y por los tuyos.El besin del dia

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  3. Tengo que confesar que los dientes se me ponen largos ... pero no tanto por los peces como por la descripción que haces de la vida en la Corte. Los que vivimos (más bien corremos sobre la vida) en esta otra moderna Corte (y Villa) y hemos conocido alguna ciudad provinciana, pequeña y tranquila, echamos de menos esa vida a menudo, especialmente cuando el Medievalista se nos pone romántico.
    Algun día, si Dios me da salud y ganas, iré también a buscar pescados en el Fontán periódicamente.
    Bsss

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  4. Por cierto, no voy a hacer comentarios sobre el menu.

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  5. Hemos encontrado una alternativa local, pero no creo que llegue ni a la categoria de imitacion. Lo que es mas facil de encontrar, aunque parezca mentira, es el higado. Tambien pronto nosotros estaremos rebuscando entre los puestos.

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