Nos esse quasi nanos, gigantium humeris insidentes, ut possimus plura eis et remotiora videre, non utique proprii visus acumine, aut eminentia corporis, sed quia in altum subvenimur et extollimur magnitudine gigantea.
(Bernardus Carnotensis)

jueves, 7 de octubre de 2010

VILLAM ABILES SECUM OCEANUM MARIS

Me alegro de ir al congreso de avilés porque así cambiamos de aires, pero también porque asegura historias que contar y me ha llenado el arsenal para unos cuantos días, que iré repartiendo por ahí. Además, todo el mundo coincide en señalar lo bien que está Avilés, que hace unos años no se podía ni respirar, y te pintan una imagen que no debía tener ni Chernobyl. Pero bueno, esa es la ventaja de ir por primera vez.
Por otro lado, las sorpresas ya digo que son muchas. Si Copenhage tiene la sirenita, Roma la Fontana de Trevi y Bruselas el Maneken Pis, los avilesinos no van a ser menos y ahí tienen su estatua peculiar, símbolo de la villa. Y, como no engaña la foto, se trata de una estatua granítica a tamaño natural de nada menos que la típica foca de las aguas cantábricas. ¿Y qué hace una estatua de semejante mamífero marino entre estatuas de los dioses griegos en un parque en lo que en el Medievo era el puerto de Avilés? Pues cuentan las lenguas antiguas que en tiempos inmemoriales, allá cuando se iba a abrir en la villa eso que llamaban Ensidesa, el mismo día que iban a empezar a dragar el puerto para conseguir mayor calado, apareció por el puerto una foca. Foca que, viendo como estaban los pisos por el Ártico y lo majos que eran los avilesinos que le daban sardinas, parrochas y hasta rollo de bonito (o bonito en rollo), decidió asentarse en Avilés sine die. Así, además de convertirse en todo un atractivo turístico para gente de todo el Principado y parte del extranjero, en Avilés la adoptaron como símbolo de la floreciente industria del metal. Y así la consideran todavía.
Y, como no podía faltar la nota alimentaria, os digo que el congreso sigue empeñado en que los conferenciantes y asistentes paguen sobrepeso a su vuelta (al menos, los que vuelan). Pero ya lo contaré mañana, que además los del máster tenemos comida conjunta con profesores y ponentes. Y eso suena tan interesante o más que lo de la foca.

4 comentarios:

  1. Que bueno lo de la foca...Jajaja!JOCOSO!!Aunque me quedé con una duda...¿no le pusieron nombre?¡Porque seguro que es digno de saberse!

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  2. Alvaricus... ten cuidado, que con las conferencias empezó Gonza y mira como anda!!! jajajajaja

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  3. Yo creo que Avilés tiene la ventaja de todas las ciudades que casi todos nos imaginamos feas y grises, casi nunca son tan feas ni tan grises, sino mucho más bonitas de lo que pensábamos. De las que tenemos idealizadas en nuestra cabeza sin conocerlas hablaremos otro día.
    Por cierto, yo siempre que estuve allí, llovía a mares.

    PD: Y ya que hablabas de gastronomía déjate caer por Casa Tataguyo y prueba la longaniza.

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  4. Salvo que a veces le gustaría a uno ser foca, para andar por aquellos pagos, no se me ocurre mucho más. Debe ser que ya me voy p'a casa y se me nubla la mente.
    El próximo comentario desde Madrid

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