Nos esse quasi nanos, gigantium humeris insidentes, ut possimus plura eis et remotiora videre, non utique proprii visus acumine, aut eminentia corporis, sed quia in altum subvenimur et extollimur magnitudine gigantea.
(Bernardus Carnotensis)

sábado, 2 de octubre de 2010

PREFACIUM

Ante la poderosa moda que supone el marchar de viaje y relatar las aventuras, en un plagio descarado a antecedentes conocidos por muchos, he acabado por sucumbir e inaugurar este cuaderno de bitácora vía internet. Espero que ésta sea la primera de muchas -es mi intención que diarias- entradas que acerquen más este Oviedín nuestro a los que se asoman desde la ventana informática a cientos (e incluso miles) de kilómetros, y que poco a poco irán desfilando por sus páginas. No serán aventuras grandiosas ni relatos épicos, pero es una forma más de estar allí presente un poco más, espero que todos los días.
Y, para que sirva de inauguración con cierto nivel, sólo puedo hoy hacer un guiño al prólogo del gran maestro Clarín, que tuvo insuperable pluma para describir esta ciudad hace ya más de cien años:
"La heroica ciudad dormía la siesta. El viento Sur, caliente y perezoso, empujaba las nubes blanquecinas que se rasgaban al correr hacia el Norte.Vetusta, la muy noble y leal ciudad, corte en lejano siglo, hacía la digestión del cocido y de la olla podrida, y descansaba oyendo entre sueños el monótono y familiar zumbido de la campana de coro, que retumbaba allá en lo alto de la esbelta torre en la Santa Basílica. La torre de la catedral, poema romántico de piedra, delicado himno, de dulces líneas de belleza muda y perenne, era obra del siglo diez y seis, aunque antes comenzada, de estilo gótico, pero, cabe decir, moderado por un instinto de prudencia y armonía que modificaba las vulgares exageraciones de esta arquitectura. La vista no se fatigaba contemplando horas y horas aquel índice de piedra que señalaba al cielo; no era una de esas torres cuya aguja se quiebra de sutil, más flacas que esbeltas, amaneradas, como señoritas cursis que aprietan demasiado el corsé; era maciza sin perder nada de su espiritual grandeza, y hasta sus segundos corredores, elegante balaustrada, subía como fuerte castillo, lanzándose desde allí en pirámide de ángulo gracioso, inimitable en sus medidas y proporciones".

Con ello, queda inaugurado este diario electrónico que vivirá por vosotros.

5 comentarios:

  1. Lo que cuenta no es la originalidad de las cosas, virtud sobrevalorada en estos tiempos, sino hacerlas bien y mejorar la especie. Algo conseguido con creces desde el mismo prólogo.
    Besos desde la orilla del lago Michigan, hoy, más que nunca, la ciudad del viento.

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  3. Como nos dicen en (casi) todas las clases tanto de cine como de televisión, narrativa, guión y demás, todo está contado, lo que importa ahora es el cómo se cuenta, ¿o acaso las películas no son todas iguales?. Desde Madrid (recién llegada de Barcelona), un beso.

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  4. Los que te envidiamos un poco y te echamos de menos (a pesarde todo) seguiremos desde la capital tus fechorías en el Principado.
    Un besín.

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  5. No denotar imaginación no tiene que ser necesariamente algo negativo. Bueno es siempre saber de las personas cercanas que se nos han ido un poco más lejos (a cientos o a miles de kilómetros). Me encantará leer también tus aventuras, además de las del primogénito.
    Bss

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