La verdad es que hoy, al volante de mi bólido amarillo, con un copiloto que no pronuncia palabra y se duerme al llegar a la central de Soto la Ribera y con unas nubes por encima que sueltan un montón de litros constantes desde que salimos hasta que entramos en la M-30 junto a una importante niebla -es decir, toda una aventura- no dejaba de recordar que yo jamás me imaginé protagonizando un anuncio del Almendro. Pero el resultado es el que es: bien es cierto que no soy un emigrante, un misionero, un cooperante o nada por el estilo y que había estado aquí apenas hace una semana, pero "he vuelto a casa por Navidad".

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